Una historia con épica: las 21 trabajadoras de un geriátrico que se “encerraron” 41 días con sus 59 residentes y les salvaron del coronavirus

Ante la mortalidad en las residencias se confinaron voluntariamente para extremar los cuidados y hacerles más llevadero el confinamiento
La unión hace la fuerza, el sentimiento común produce milagros y la labor de valientes profesionales salva vidas. Así podríamos denominar la actitud arriesgada y el gesto encomiable de las 21 trabajadoras de una residencia de mayores con trastornos mentales en un pequeño municipio del norte de Córdoba.
Se trata del Centro de Alzheimer de Alcaracejos, un psicogeriátrico en el norte de Córdoba, especializado en la atención a personas mayores que sufren un alto grado de dependencias en el ámbito mental. Y que además son población voluble y considerada de alto riesgo ante la pandemia.
Ellas, las 17 trabajadoras de este centro con su directora al frente, decidieron voluntariamente dar un paso heroico y encerrarse el 31 de marzo junto a sus residentes. Este domingo terminaron este duro periodo y “vieron la luz” pero lo más importante es que han concluido con el objetivo que perseguían: aislar a sus residentes de contagios y salvar sus vidas ¡y lo han logrado! Además de ellos perseguían que los mayores tuvieran un confinamiento más llevadero, y también así ha sido con multitud de anécdotas, con algunas lágrimas y muchas risas.
Tras 41 días todos vivos, todos sanos y ningún contagio
Todo empezó el 31 de marzo cuando tras las trabajadoras del Centro de Alzheimer decidieron motu proprio y libre iniciativa pasar la cuarentena confinadas y acompañando noche y día a los residentes. Adoptaron esta difícil medida cuando los ecos de las noticias sobre las residencias eran crueles por su mortalidad. ¡Ojo! letalidad dual entre residentes y también personal. A pesar de ese riesgo quisieron ser un muro pétreo para evitar que el virus letal franquease las puertas del centro y lo han conseguido. Pretendieron ser un escudo humano interponiéndose en la línea de fuego entre las habitaciones de “sus” mayores y la entrada sin permiso del bicho, y lo han culminado con éxito. Tras 41 días todos vivos, todos sanos y ningún contagio.
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